Desde el área de psicología del Centro de especialidades Vanesa Martínez seguimos adelante con la iniciativa de facilitaros diferentes recursos que os ayuden a cuidar de vuestra salud, tanto física como mental. Esta vez, sin embargo, dando cuenta de lo ya recogido previamente en los artículos sobre Dormir profundamente nutre la vida, ¡Cuídate durante la COVID-19! y Alimenta tu salud, os voy a hablar sobre las bondades de cuidar(se) bien. ¿Las descubrimos juntos?

«Esta mañana, mientras daba amor a mis plantas, me di cuenta de lo importante que es remover la tierra para fortalecer las raíces.» — @georginamusica
Además, por esta semana, el artículo va a estar dirigido hacia los más mayores de la casa, sin olvidarnos que, como personas adultas, no dejamos de ser una referencia para los más pequeños y bien podemos transmitirles toda esta serie de conocimientos. ¡Adelante!
Una pequeña introducción. Ahora más que nunca es importante fortalecer vuestro sistema inmune y, para eso, dormir bien, bajarle el estrés y comer mejor os puede ayudar. Porque, como su nombre lo indica, el sistema inmune es un sistema, no una entidad única. Es decir, se trata de un conjunto de procesos complejos (muchos de los cuales se siguen estudiando). No existen soluciones milagro para mejorarlo, sino que su funcionamiento requiere balance y armonía. Es por eso que vuestra primera línea de defensa sigue siendo tratar de llevar una vida saludable:
- Durmiendo de una manera adecuada.
- Reduciendo vuestros niveles de estrés.
- Manteniendo una buena higiene.
- Llevando una buena alimentación.
- Y ayudando en su funcionamiento con refuerzos que contengan vitamina C, vitamina D y Zinc.
Hechas las presentaciones, gracias a Pictoline y el proyecto de Anchoasdeluxe.com, ¡vamos a mirar poco a poquito tres de los pilares!
Dormir bien: la clave
Identificar vuestros sentimientos puede ser difícil. La simple acción de poner en palabras una idea, puede ayudaros a encontrar las razones y reducir el estrés que os causa.

Los beneficios de dormir son tantos, que es quizá el cambio más significativo que podéis hacer en vuestra rutina diaria:
Enriquece varias funciones cerebrales, como la habilidad para aprender o tomar decisiones lógicas.
Recalibra vuestros circuitos emocionales.
Inspira vuestras competencias creativas.
Ayuda a calibrar el metabolismo del cuerpo.
Mantiene vuestra flora intestinal saludable.
Regula el apetito.
Reduce la presión sanguínea.
Y, vaya, ¡cómo fortalece el sistema inmune!
Rebajar el estrés

- Identificar vuestros sentimientos puede ser difícil. La simple acción de poner en palabras una idea, puede ayudaros a encontrar las razones y reducir el estrés que os causa.
- Compartirse, sino quejarse, junto con otra persona puede ayudaros a tener otra perspectiva de la situación e, incluso, a descubrir problemas que no habíais visto.
- También puede acercaros a otras personas con problemas similares y crear la oportunidad para encontrar una solución juntos.
- La clave está en hacerlo conscientemente pensando en el objetivo de la conversación, sin dejaros caer en el pesimismo.
Comer mejor


Lo mejor de llevar una dieta saludable no es tener el peso que deseáis, sino sentiros bien por dentro y por fuera. Una dieta sana conduce a muchos beneficios. Los resultados son casi inmediatos y, además, aumentan con el tiempo. ¡Probadlo!
Llevar una dieta sana reduce el riesgo de padecer varias enfermedades. Según estudios, una buena alimentación disminuye en un 50% la posibilidad de contraer cáncer. Si sumáis la buena alimentación con unos minutos de ejercicios diarios, os sentiréis mucho mejor en todo sentido.
Es más, según un estudio de la Universidad deSheffield, una buen a alimentación trae aparejada los siguientes beneficios:
Brinda energía. Con una dieta saludable el organismo consigue energía para realizar sus actividades diarias.
Protege el corazón.
Mejora el cerebro. Comer verduras, frutas, pescado y frutos secos (como las nueces o almendras) ayuda a combatir el deterioro de la memoria. También mejora la capacidad de atención y otras funciones cerebrales.
Reduce el estrés. Existen algunos alimentos que tienen la capacidad de moderar la producción de cortisol, que son causantes del estrés.
Mantiene la presión baja.
Fortalece los huesos. Algunas verduras y los productos lácteos ayudan a fortalecer los huesos, ya que ofrecen las dosis adecuadas de calcio y así evitan la osteoporosis.
Defiende el sistema inmune, ¡otra vez! Llevar una dieta saludable ayuda a que el organismo se recupere de diferentes lesiones y enfermedades. Esto es así porque con una buena alimentación el sistema inmune ya ha obtenido los nutrientes necesarios para mantenerse fuerte.
Ayuda al sistema digestivo. El buen funcionamiento del sistema digestivo es importantísimo y es indudable que este funciona mucho mejor cuando se consumen muchos alimentos saludables. Entonces, tenemos que apartar de nuestra dieta comidas grasosas, condimentadas o preparadas y reemplazarlas por las frutas, verduras y carnes que son saludables para nuestro cuerpo.
¿Qué esperas para empezar un estilo de vida sano y disfrutar de todas estas ventajas? Cuida tu cuerpo, ¡sólo tienes uno!
Ya cerca del final, os invito a dedicar un momento para reflexionar sobre vosotros mismos, cómo os cuidáis, sino mimáis, en vuestro día a día.
Asimismo, os comparto una reflexión de Patricia Ramírez, psicóloga clínica y conferenciante, sobre la aceptación, la capacidad de enfrentarse a los miedos, la resiliencia y la paciencia como herramientas que os pueden ayudar en el camino a descubrir cómo podéis sacar algo positivo de toda esta experiencia previa y presente, de cara a cuidaros y poder cuidar, entonces, de los demás.
«Ha quedado más que demostrado. Sí sabemos adaptarnos. La capacidad de adaptación, a pesar de ser una habilidad indispensable para nuestra supervivencia, resulta no ser uno de nuestros puntos fuertes. Adaptarse implica cambio. Y nuestro cerebro suele ser reacio a los cambios. A la mente le gusta lo conocido, lo seguro, lo previsible. Solemos tener miedo al cambio porque nos saca de nuestra zona confortable. En un proceso de cambio nos sentimos inseguros, indecisos, errantes. El miedo y la duda ante el cambio todavía suelen ser mayores cuando somos nosotros los que tenemos que tomar decisiones.» Pero, ¿de qué depende esta adaptación?
- Aceptar lo que no depende de vosotros.
- Diseñar vuestras nuevas rutinas.
- Ponéroslo fácil.
- Repetir las rutinas hasta convertirlas en hábitos.
- No exigiros de más, ni querer hacer todo bien desde el principio.
- Enfrentaros a vuestros miedos.
- Pensar en cómo mejora vuestra vida personal y profesional la nueva adaptación.
Muchas gracias por llegar hasta aquí, ¿qué te ha parecido el artículo? ¡Puedes dejar tu opinión en los comentarios!
Por: Ana Delia Romeo Bonet
Psicóloga General Sanitaria. Núm. Colegiada: A-02974