¿Cuáles son los mitos de la ciencia?

Como consecuencia de la falta de comunicación entre neurociencia y educación, se han generado numerosos neuromitos que, aún hoy en día y a pesar del esfuerzo de los científicos, están muy arraigados y extendidos entre la comunidad educativa. Pero, ¿qué son?

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) define el concepto de neuromito como un concepto erróneo generado por un malentendido, una mala interpretación o una mala citación de los hechos científicamente establecidos para argumentar a favor del uso de la investigación cerebral en educación y otros contextos. ¿Qué tal si ponemos un ejemplo?

Entendiendo los neuromitos como afirmaciones sobre el cerebro y su funcionamiento en base a malas interpretaciones de los resultados científicos de la neurociencia, podemos encontrar informaciones tales como: usamos apenas el 10 % de nuestro cerebro, nuestros hemisferios derecho e izquierdo tienen funciones radicalmente opuestas, tan sólo encontramos un circuito cerebral que participa de la producción del lenguaje, nuestros alumnos utilizan más un hemisferio cerebral que otro, escuchar música clásica mejora nuestra capacidad de atención (lo que se conoce como efecto Mozart), y la importancia de los tres primeros años de vida para el aprendizaje (cuando al hablar de neuroeducación, deberíamos conversar, sobre todo, del ciclo vital que no sólo de los tres primeros años), entre otros.

Junto a la referencia que facilita la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) sobre los neuromitos o 6 falsas verdades en educación, vamos a dar una vuelta de tuerca a 3 de los neuromitos mencionados aquí arriba. ¡Vamos allá!

1. ¿Usamos apenas el 10 % de nuestro cerebro?

Por una parte, el neuromito sobre el uso del 10 % de nuestro cerebro se debe al prólogo de la edición de 1936 del popular libro de Dale Carnegie Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, y a veces hay quien sugiere que Albert Einstein fue la fuente. Sin embargo, Della Sala ha tratado de encontrar esa cita y ni siquiera los que trabajan en el archivo de Albert Einstein la han podido hallar. Además, tal y como se cuestiona Luis Miguel García Moreno, profesor titular del departamento de Metodología de las Ciencias del Comportamiento de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), la naturaleza es sabia, ¿crearía un órgano que pesa aproximadamente kilo y medio sólo para tenerlo casi de adorno en la cabeza? Utilizamos el 100 por 100 del cerebro… otra cosa es que unos lo utilicen mejor que otros.

¡Más! Contra el neuromito, según los neurólogos, utilizamos casi el 100 % del cerebro en todo momento y sólo cuando el cerebro sufre un daño grave, algunas regiones se desactivan afectando al rendimiento y a la vida diaria. Este fenómeno apoya, por un lado, la idea sobre que no hay áreas que se lesionen y que no comprometan el funcionamiento de alguna habilidad o función. Por lo tanto, no sólo funciona una porción de nuestro cerebro. Por otra parte, el cerebro es tan potente que, cuando una zona se daña, hace migrar neuronas a esas regiones para aprovechar la capacidad. Esto supone, además, que esa capacidad podría incluso mejorar. Por ejemplo, cuando una persona pierde la audición, se ha visto que áreas asociadas con la visión reclutan parte de la región auditiva de la corteza que ha quedado sin uso, mejorando, entonces, la capacidad para leer los labios. ¡Puedes encontrar más sobre este neuromito en el artículo que recoge La mente es maravillosa sobre qué porcentaje del cerebro usamos!

2. ¿Nuestros hemisferios derecho e izquierdo tienen funciones radicalmente opuestas?

Tal y como señala la UNIR, siempre se ha dicho que el hemisferio izquierdo del cerebro es el lógico analítico y que el derecho es holístico y global.  Hay argumentos contundentes para cuestionar esta afirmación, según el experto García Moreno. Ambos hemisferios están conectados por cientos de miles de axones (que son las prolongaciones que comunican las neuronas entre sí). El cerebro, entonces, trabaja de manera integrada. Sí es verdad que, en algunos procesos, hay cierta predominancia de uno de los hemisferios sobre el otro; pero no es tan categórica como para considerar que cada hemisferio tiene atribuciones totalmente distintas a las del otro.

Vamos a desarrollarlo un poco más. De la mano de La mente es maravillosa sobre cuáles son las funciones de los hemisferios cerebrales, nadie usa un hemisferio más que otro. ¿Qué harían entonces esas regiones en desuso? ¿Permanecer en pausa, desaparecer quizá? Las personas utilizamos todas y cada una de las áreas cerebrales porque este órgano está sofisticadamente interconectado. El simple hecho de leer, de analizar lo que leemos y después divagar sobre ello para tomar una decisión determinada ya hace que nuestros dos hemisferios participen. Lo que sí que es cierto es que las funciones de los hemisferios cerebrales están ligeramente lateralizadas: el hemisferio derecho se ocupa en mayor parte de unas tareas que le son propias. Lo mismo ocurre con el izquierdo.

Por lo tanto, es recomendable dejar a un lado los clásicos neuromitos y centrarnos en lo evidente: tenemos un cerebro altamente especializado y organizado en dos hemisferios asimétricos que, sin embargo, trabajan en conjunto para permitirnos ser funcionales.

Por su parte, el neuromito sobre la mejora de nuestra capacidad de atención al escuchar música clásica, podemos encontrarlo en el artículo 15 beneficios que proporciona escuchar música clásica de Fundación Beethoven. Aunque cuestionan el efecto Mozart, al señalar que continúa siendo objeto de investigación y hay muchas opiniones que lo ponen en duda, indican que la música mejora la capacidad de memoria, atención y concentración en los niños, así como estimula el área derecha del cerebro e impulsa el desarrollo integral del niño al actuar sobre todas las áreas del desarrollo.

(3) ¿Escuchar música clásica mejora nuestra capacidad de atención?

Frente al neuromito, Néstor Báez para elDiario.es nos señala que, además de tener en cuenta que los estudios previos sobre esto no hablan en ningún momento del cociente intelectual, como tampoco afirman que este tipo de música incremente la inteligencia en general o las capacidades que indica el artículo en particular, sólo comprueban una mejora en las capacidades de razonamiento espacio-temporal. Al mismo tiempo, dichos experimentos afirman que los efectos o beneficios solo duran 15 minutos aproximadamente. Se hace evidente que el llamado efecto Mozart no es más que un artefacto de la excitación y el estado de ánimo de las personas.

Muchas gracias por llegar hasta aquí, ¿qué te ha parecido el artículo? ¡Puedes dejar tu opinión en los comentarios!

Por: Ana Delia Romeo Bonet

Psicóloga General Sanitaria. Núm. Colegiada: A-02974

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