«Si existe alguna magia en este mundo, debe de estar en el intento de comprender a alguien al compartir algo. Lo sé, es casi imposible lograrlo, pero… ¿Qué importa eso? En el intento debe de estar la respuesta.»
Reflexión de la película Antes del amanecer de Richard Linklater
De cara a las próximas fechas, durante las que se prevén pequeños reencuentros familiares sino entre allegados, os voy a proponer que pensemos sobre cómo nos relacionamos con los demás. Virando hacia nosotros mismos y nuestro entorno más cercano, junto a la referencia que facilita Divulgación Dinámica Formación (2016) sobre Intervención educativa en Inteligencia Emocional vamos a dar una vuelta de tuerca a conceptos como competencia social, habilidades sociales y asertividad, así como os voy a formular una actividad que podéis intentar poner en práctica desde casa. ¿Estáis preparados?
¡Vamos a comenzar con una breve introducción teórica para situarnos!
Por una parte, la COMPETENCIA SOCIAL es la capacidad para mantener buenas relaciones con otras personas que, en gran medida, supone manejar de forma adecuada las emociones propias y las habilidades sociales básicas. Se ha demostrado que la competencia social está estrechamente relacionada con la adaptación social, académica y psicológica, tanto en edades infantiles como posteriormente en la edad adulta. ¡No lo dejemos de tener en cuenta!
Pero espera, espera. ¿Cuáles son las microcompetencias que incluye la competencia social?

1. Dominar las habilidades sociales básicas: escuchar, saludar, despedirse, dar las gracias, pedir un favor, manifestar agradecimiento, pedir disculpas y mantener una actitud dialogante, entre otros.

2. Respeto por los demás: intención de aceptar y apreciar las diferencias individuales y grupales, y valorar los derechos de todas las personas.

3. Practicar la comunicación receptiva: capacidad para atender a los demás tanto en la comunicación verbal como no verbal para recibir los mensajes con precisión.

4. Practicar la comunicación expresiva: capacidad para iniciar y mantener conversaciones, expresar los propios pensamientos y sentimientos con claridad, tanto en comunicación verbal como no verbal, y demostrar a los demás que han sido bien comprendidos. ¡No es tan fácil como se piensa!

5. Compartir emociones: conciencia de que la estructura y naturaleza de las relaciones vienen en parte definidas tanto por el grado de inmediatez emocional o sinceridad expresiva como por el grado de reciprocidad en la relación.

6. Comportamiento prosocial y cooperación: capacidad para aguardar turno y mantener actitudes de amabilidad y respeto hacia os demás.

7. Asertividad: mantener un comportamiento equilibrado entre la agresividad y la pasividad, lo que implica defender y expresar los propios derechos, opiniones y sentimientos, decir no claramente y defenderlo, y hacer frente a las presiones de grupo, entre otros. ¡En pocas líneas reconectamos con este concepto!

8. Prevención y solución de conflictos: capacidad para identificar, anticiparse o afrontar resolutivamente conflictos sociales y problemas interpersonales.

9. Capacidad de gestionar situaciones emocionales: capacidad para inducir o regular las emociones de los demás.
Un poco más. Porque entonces, ¿qué son las HABILIDADES SOCIALES? Si las consideramos como conductas aprendidas verbales y no verbales, que se utilizan para facilitar las relaciones con otros, podemos pensar que no sólo se pueden enseñar, ¡sino que hacerlo es enseñar ASERTIVIDAD!
¿¡Cómo!? Para poseer habilidades sociales es necesario emplear un estilo de interacción asertivo. Si se emplea el estilo agresivo o pasivo se dificulta interactuar satisfactoriamente con los demás. Por lo que coge lápiz y papel y apunta los tres estilos de relación que pueden acompañaros en las próximas fiestas ¡sino en el día a día!
Estilo agresivo: quienes emplean el estilo agresivo se caracterizan por ser impositivos, suelen tener la mirada fija, la voz alta, hablan rápido y emplean una postura intimidatoria. Suelen usar frases como yo lo haría mejor, debes hacerlo, si no lo haces… Al igual que los pasivos, suelen tener conflictos interpersonales.
Estilo asertivo: se caracterizan por ser firmes y directos. Mantienen un contacto visual directo, hablan fluido, utilizan gestos firmes, postura recta, emplean respuestas directas y verbalizaciones positivas. Suelen emplear frases como yo pienso, yo siento, yo quiero, ¿qué piensas tú?… Se trata de individuos que logran tener una interacción social positiva.
Estilo pasivo: las personas que emplean el estilo pasivo para interactuar se caracterizan por su tono vacilante y de queja, mantener la mirada hacia abajo, tener la voz baja y tratar de evitar la situación. Entre sus frases más empleadas están quizás, supongo, te importaría mucho, no te molestes… No tienden a relacionarse satisfactoriamente con su grupo de pares.
¿Con cuáles os sentís más identificados? Si os cuesta o bien os resulta difícil, no os preocupéis. ¡Aquí va un ejemplo práctico!
Pongamos una situación en el que tú te sientas a cenar en un restaurante. Cuando el camarero te trae lo que has pedido, te das cuenta de que la copa está sucia, con marcas de pintura de labios de otra persona. Podrías entonces:
- (a) No decir nada y usar la copa sucia, aunque a disgusto.
- (b) Armar un gran escándalo en el local y decir al camarero que nunca volverás a ir a ese sitio.
- (c) Llamar al camarero y pedirle que, por favor, te cambie la copa.
Este ejemplo ilustra los tres puntos principales del continuo de asertividad:
Ni (a) ni (b) son conductas apropiadas en esa situación si lo que pretendemos es reducir nuestro estrés. Estas formas de comportarnos nos hace a veces ineficaces para la vida social, generándonos malestar. Sin embargo, como cualquier otra conducta, es algo que se puede ir aprendiendo con la práctica. Y vosotros, ¿qué créeis?
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Por: Ana Delia Romeo Bonet
Psicóloga General Sanitaria. Núm. Colegiada: A-02974